La crisis en el sector automovilístico está poniendo en peligro 50.000 empleos, repartidos entre fabricantes, concesionarios y proveedores. 50.000 empleos con impuestos indirectos no incluidos*.
* 50.000 dramas familiares, úlceras estomacales, llantos de niños el día de Reyes, peleas entre hermanos por el yogurt de coco y algún que otro divorcio, que ya se sabe, cuando la necesidad entra por la puerta, el amor sale por la ventana.
Tengo bastante claro que de esos 50.000 despidos, pocos o ninguno serán de los verdaderos responsables de tal hecatombe. Esos que se encargan de hacer estudios de mercado, gráficos de consumo, previsión de ventas y de meterle caña a su secretaria. Son estos, arrastrados por su avaricia infinita, los que han creado ese gran stock que está dando la estockada a tantas familias. Estos tipejos, que no conocerán la crisis este año, ni el que viene, ni en los siglos de los siglos, vienen con la caradura de serie, y han producido más coches de los que se pueden vender en estos tiempos en los que las financieras no financian y los consumidores se consumen. Lejos de asumir su responsabilidad, han preferido optar por desenfundar la pluma y ejecutar la firma de tantos despidos. Ellos fallan, los trabajadores pagan, no hay otra salida. Cuando las ventas caen el 25%, despedimos a 50.000 empleados, ¿y cuando ganabais el 100% de lo que ganabais?, ¿en que habéis gastado el dinero que ganasteis?, ¿en hacer estudios de mercados tal vez?, pues lo habéis “clavao”.
Y todo esto no lo hacen con el disimulo del delincuente, sino que pregonan los despidos a los cuatro vientos, pidiendo ayudas estatales (yo diría mejor chantajeando) para tapar los agujeros que han creado con sus torpes cabezas engominadas al estrellarse contra el suelo. No saltó el airbag.
Está claro que tendrá que intervenir el estado, de hecho, ya están interviniendo algunas comunidades autónomas. No podemos permitir tal catástrofe en tantas familias. Encima de putas, tendremos que poner la cama, pero no queda otra.
¿Te gusta conducir? Pues llévame a la puerta del INEM.
Los dueños de las empresas automovilísticas, así como los miembros y miembras de sus equipos directivos, por su codicia, por su torpeza, por poner el intermitente en el cruce de la Calle Responsabilidad con la Avenida de la Poca Vergüenza, que ardan en el infierno, pero que los rocíen antes con gasolina, ahora que ha bajado el petróleo.
EL CUARTO REY MAGO
Hace 6 años
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