Cuando la vida no es vida, cuando la única salida al sufrimiento es el sueño y el estado consciente golpea nuestra mente con cada pensamiento, no se puede comprender que se confunda el derecho a la vida con la obligación de sufrir una tortura.
Todos pudimos ver ayer en los telediarios y esta mañana en los periódicos a Craig Ewert, un inglés de 59 años que sufría una enfermedad neurológica incurable que le producía una progresiva paralización del cuerpo, y para la que los médicos solo pudieron recetarle de dos a cinco años de tortura. Todo acabó en 2006, en Dignitas, una organización suiza que lo ayudó a escapar de su ataúd de células, no sin antes poder besar a su mujer y dar las gracias. Sin embargo, no es este el tema que hoy me ocupa.
En Italia, Eluana Englaro, de 37 años y en estado vegetativo desde los 20, no encuentra un hospital que la desconecte del respirador que la mantiene con vida, a pesar de que hace casi un mes que tiene una sentencia firme del supremo que autoriza su desconexión. Por lo visto, el hecho de que ningún hospital preste sus servicios a Eluana, haciendo caso omiso a dicha sentencia judicial, es debido a posibles presiones del poder político, que de la mano del señor Berlusconi, se pasan la separación de los poderes públicos por la frente, que al parecer, si está bien estiradita resbala todo una barbaridad.
Pero en Italia, no sólo tienen que lidiar con la dictadura democrática del señor Berlusconi, esto al fin y al cabo se lo tienen merecido, ya que fue el pueblo italiano el que lo eligió en las urnas, además tienen un lastre (que ni se merecen ni lo han elegido) que pesa tanto que los tiene anclado en la edad media. Se llama Vaticano y lo regenta un tipo que predica pobreza y predica moral, pero vive en un palacio y quiere condenar al prójimo a vivir muriendo, a morir sufriendo. Digo esto, porque es el Vaticano el que está detrás de este asunto, es el que esta presionando al gobierno y el que rechaza abiertamente la sentencia judicial, a la que califica de “una monstruosidad inhumana y un asesinato”. Asesinato es lo que ustedes dan ganas de cometer.
Señores del Vaticano, si no pueden ayudar, por lo menos hagan el favor de no meter las narices en los asuntos de los demás. Ocúpense de sus divinidades, sus crucifijos y sus tonterías, y dejen a los humanos que nos ocupemos de nuestros problemas. El ser humano tiene derecho a la vida, y tiene derecho a la muerte cuando el mero hecho de estar vivo duele, porque su vida es suya y suya es su muerte.
Los señores del Vaticano, los jefes de los hospitales y los políticos italianos, con Berlusconi a la cabeza que con su estirada faz corta mejor el viento, váyanse ustedes al arder en el infierno, y si el infierno les coge muy lejos, también podrían quedarse el resto de sus vidas en estado vegetativo, concretamente convertidos en abetos, conservando únicamente el sentido de la vista para que puedan ver como les cuelgan bolitas y estrellitas año tras año por Navidad, esa fiesta tan entrañable.
EL CUARTO REY MAGO
Hace 6 años